Yo pensaba que era alguien arriesgada. Alguien que se atrevía a desafiar lo que las personas esperan que sea de alguna u otra manera.
Yo pensaba que no le temía a los cambios, que les hacia frente con una sonrisa en mi rostro mirando burlona los retos que las nuevas situaciones me enfrentaban.
Yo creía que contaba con una especie de inmunidad divina.
Que las desgracias se mantendrían muy lejos de mi vida o la de mi familia.
Yo pensaba que estaba preparada para todo. Que las situaciones de riesgo eran otro simulacro cualquiera.
Yo pensaba que jamas iba a crecer. Que los adultos envejecían poco a poco mientras yo continuaba inmóvil a través de los años.
Ahora que lo pienso, yo estaba equivocada.
No es malo, solo es complicado.
Es darse cuenta que no eres todo lo que creías ser.
Duele darse cuenta de un momento a otro que tienes mas debilidades de las que te gustaría reconocer.
Que quizás eres mas vulnerable de lo que pensabas.
Que no todo es tan fácil como imaginabas.
Hay que cambiar las ideas, re-direccionar los esfuerzos y tal vez con el tiempo, nos podremos dar cuenta que eso que creíamos no era mas que nuestro deseo infantil de superación.
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