“Con frecuencia se me acusa de vivir enamorada del pasado, tu
sabes, de las canciones de otros tiempos, el estilo de vida que tenían las
familias hace unas cuantas décadas atrás, lo sencillo que resultaba vivir sin
tantas preocupaciones que en la actualidad nos matan poco a poco. Vivir sin esa
presión que nos atormenta hoy en día.
¿Sabes una cosa? Tienen razón. Hubiera preferido haber vivido
mi vida en un tiempo más alejado de la actualidad.
No me malinterpretes, quiero aclarar lo anterior.
Quisiera haber vivido en esos tiempos de locura y
experimentación por la vida. Donde las oportunidades para salir adelante eran
más reales y aumentaban dependiendo de cuanto empeño le dedicaras a lo que tú
quisieras lograr. Donde era posible lograr un nombre a base de trabajo duro y
esfuerzo, no a tener un buen apellido conocido en un partido político o ser
amigo del sobrino del cuñado del primo del presidente.
Donde a los jóvenes se les consideraba unos incompetentes
sociales para lograr un cambio en su país. Ser testigo de lo equivocadas que
estaban esas voces al formar parte de la generación de hombres y mujeres que
tuvieron que luchar por su derecho a ser escuchados. A hacer valer su opinión.
Donde los niños eran niños. No pequeños adultos mimados y con
un poco tolerancia al fracaso como sucede hoy en día. Donde los niños no se
traumaban por todo lo que sucedía a su alrededor, más bien buscaban respuestas
en base a la práctica y la experimentación diaria sobre aquellas cuestiones que
los atormentaban porque no había nadie que les resolviera el mundo para que no
batallaran. Donde había una clara barrera entre “jugar” y “lastimar a otros”.
Donde las películas te atrapaban por tener una excelente
historia, pues en esos tiempos no tenían la opción de agregar miles y miles de
efectos especiales para sorprender a su exigente audiencia.
Donde estar ocupado con un aparato mientras hablabas con
alguien, era tan descortés como inaceptable. Ver a los ojos a las personas era
más importante que checar si tenías un mensaje.
Ser parte de esa generación donde apenas se destapaban los temas
que incomodaban en esos tiempos. Las madres solteras, las parejas homosexuales,
las enfermedades de transmisión sexual, la prostitución, la pornografía, el
sexo antes del matrimonio, etc.
Hechos que siempre existieron pero se evitaba
hablar de ellos porque “no era correcto”.
Me hubiera gustado ser parte de la generación que tenía que
conseguir sus discos favoritos en las plazas del mercado, en los bazares para
encontrar aquellos que resultaban verdaderas joyas de museo por la dificultad
que representaba conseguir un disco de acetato en buenas condiciones y aun
precio más o menos justo.
Donde los artistas median su éxito en base al número de
seguidores que podían reunir en un estadio. Donde los coros de las fanáticas
enamoradas de sus ídolos, hacían imposible poder escuchar una canción. Tiempos donde las letras de las canciones expresaban sentimientos tan reales, que incluso te
hacían derramar una que otra lagrima porque te sentías identificado con lo que
ellos querían expresar. No como hoy, que las “estrellas juveniles” salen de
programas bobos carentes de argumento y donde la música que dicen hacer no es
más que sus voces con infinidad de arreglos para hacerla sonar más o menos
bien.
Donde los videos musicales eran auténticas obras de arte.
Cortometrajes tan excepcionales que se volvieron memorables a través de los
años.
En fin, culturalmente me hubiera encantado pertenecer a esa
generación que hoy en día puede presumir: “Hey mocosos, ustedes no conocen lo
que es bueno. Todo lo que a ustedes les gusta hoy en día, surgió porque
nosotros nos atrevimos a inventar, no a copiar ideas ni a conformarnos con
cosas mediocres. Nosotros buscamos perdurar en el tiempo y lo conseguimos”.”
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported.
No hay comentarios:
Publicar un comentario