Me ataco lo que se llama vanidad,
ese monstruo horrible que ataca a las
personas que nos auto-proclamamos escritores y vamos por el mundo intentando convencer a los demás mortales de que se
nos reconozca como a uno de los grandes de la literatura contemporánea. (Ja)
Es extraño, pero así fue. Comenzó
de una manera sencilla, creando una página en Facebook con mi nombre y en el
espacio donde te pide que describas de qué trata la página (artista, músico,
cantante, etc.) Yo puse "escritor".
Me sentí grande, poderosa. Dije: "este es el primer paso para comenzar con mi
vertiginosa carrera en el mundo de las letras, no hace falta más". "Soy la próxima estrella de la literatura
mexicana, que digo mexicana, ¡latinoamericana!, no mejor: 'soy un futuro nobel de literatura que
espera su momento de brillar´" :'D
Lo peor fue que cada palabra se instaló
en mi mente, visitando esa parte de la personalidad que se cree superior a otros:
el EGO.
Me convencí a mí misma de una
manera tan increíble, que comencé a crear
mi propia burbuja, ajena totalmente a la realidad. Sentía que mis textos estaban al nivel de
Vargas Llosa, Marques, Wilde, Saramago o Allende. (Pueden imaginar mi cara roja
de vergüenza en este momento al recordar mi prepotencia °///° ) "Yo soy
una escritora (que hasta ese momento no escribía mas que pequeñas historias en
una desvencijada libreta que cargaba a todos lados y muy a veces en el blog) y
merezco que el mundo me reconozca como tal" o al menos eso (creo) que
pensaba. Patético, pero así fue.
Me preocupaba mucho la foto de
perfil y de portada que mis potenciales seguidores notaran atractiva, lucir
profesional ante todo (aunque el título de escritor lo llevara más que nada en
el alma, no en hechos). Comencé a publicar en esa página frases motivacionales,
de superación y citas de algunos de los personajes que mencione arriba.
Ocasionalmente publicaba actualizaciones originales, textos "inéditos"
exclusivos para los seguidores de Facebook. Contenido exclusivo para Facebook y
no para mi blog. A crear imágenes con frases propias para firmarlas con mi
nombre y compartirlas en un intento de que estas se volvieran virales y
llegaran a más personas, para que me conocieran y me regalaran sus likes. Y
comencé a caer aún más en este juego del EGO del que somos presas fáciles los
pichones a escritores: el yo, yo y yo.
Ya con eso, suponía, tenía
asegurado mi desarrollo y formación en el mundo de la letras.
Me sentía reconocida, importante,
cuando alguna persona le daba likes a mi página, me seguía auto convenciendo de
que mi "fama" como escritora estaba comenzando a regarse como pólvora
en el cielo. Y sería la nueva estrella del mundo de las letras.
Ja ja y otro ja.
Más tarde que temprano, volví a
la realidad.
Me di cuenta que había muchísimas personas como yo.
Personas que rondaban entre los 20 y 25 años, de mi misma generacion más o menos, que también habían creado su propia página de Facebook, que también les
gustaba escribir y que como yo, también se autoproclamaban (casi con mayúsculas
para dar énfasis a la palabra) escritores, que con cada like a la misma, su EGO
crecía tanto como el mío.
"¿Por qué tiene tantos likes? ¡Si ni escribe tan bien! Yo escribo
mejor" *refunfuño*
El psicólogo Carl Jung afirmaba
que aquello que nos disgusta en otros, es únicamente el reflejo de nuestra propia
sombra. La proyección de aquello que nos molesta en nosotros mismos y que nos
negamos a aceptar como propio. Y de
repente...¡BUUM! Ahí estaba mi respuesta.
Comencé a investigar (En lugar de
ponerme a escribir) que era lo que hacían estas otras personas para tener un
mayor número de likes en sus páginas con sus nombres. (Debo dejar en claro que mis "investigaciones" se concentraron en personas que rondaban mi edad y algunos mas jóvenes que yo) Para mi sorpresa, ninguno (o muy muy muy muy pocos) habían trabajado realmente sus habilidades
de escritor. Casi todos hacían lo mismo que yo en un intento por parecer
originales y sobre todo "profesionales".
Hacerse el interesante, guardar
las apariencias todo el tiempo, publicar fragmentos de pequeños poemas para
recibir elogios a nuestra capacidad literaria. Queremos fama rápido y la queremos ya. Hacer de todo menos escribir
como se debe cualquier proyecto: una novela, un cuento, comprometerse en serio
con un blog, con un poema, con un ensayo o con un artículo del tema que sea. Juzgar
a otros solo para comparar la calidad de nuestro trabajo. Al menos eso es lo que sucede con las
generaciones más jóvenes (incluyo la mía): creemos que con tener acceso a internet, y un numero alto en cuanto a seguidores en nuestras redes sociales, tenemos lo más que suficiente para ser escritores.
Y no. "Eso" queridos amigos no
nos vuelve escritores en el sentido estricto de la palabra. Nos vuelve community manager de nuestra propia
marca, de nuestra propia página en las redes sociales que no hace más que seguirle el jueguito al EGO buscando
seguidores para que nuestro "Súper yo" se sienta apreciado e
importante.
Estuve un tiempo con estas reflexiones
internas, cavilando y cavilando, hasta que un día (y por casualidad) encontré
el blog de Vida de escritores,
un sitio que explica con gifs (en extremo cómicos, debo decir) esas situaciones que llegamos a pasar los que
nos hacemos llamar escritores y los que son reconocidos como tales por otras
personas.
Vida de escritores es la neta
dicha con Gifs para bajarnos un poquito de las nubes y ponernos los pies en la
tierra a quienes nos apasiona escribir, reírnos un poquito de nosotros mismos y
de nuestro anhelo por creernos importantes
cuando no hemos hecho nada para que se nos reconozca como tal. Vida de
escritores es como su lema lo dice: "De
la literatura o de cómo los escritores la destruyen".
La literatura ha pasado a segundo plano, lo que importa el día de
hoy (o al menos como venimos entendiendo desde hace varios años el concepto de
escritor) es cuantas personas te siguen
en twitter, en Facebook o en cualquier otra plataforma que ayude a medir tu
popularidad en cifras.
Por mi parte, olvide que el motivo de crear esa página de
Facebook fue para compartir las entradas
de mi blog, mi trabajo y mis textos. Hacerle promoción al pedacito de
internet que yo había construido como mío y que guardaba en él, el esfuerzo de
mis primeros intentos en el mundo de las letras. Me desvié del propósito
central de la página y comencé a hacerme
promoción sin nada que promover.
Aun me falta un millón de años
para que mis textos tengan la calidad que aspiro algún día obtener. Sin embargo,
ya le baje a la intensidad en esto de Facebook.
Ya no busco parecer un "importante y reconocido autor" con frases
rebuscadas sacadas de los confines de algún libro imaginario que mi mente aun
no publica, o compartir imágenes que dejen en claro que soy
"escritora".
Simplemente soy una muchacha que
le gusta escribir y que busca su propia voz cuando cuenta una historia, en alguna revista, un texto o algún otro medio.
*Esta entrada no pretende ofender
a nadie, únicamente busca compartir contigo una reflexión personal sobre la
búsqueda de los 15 minutos de fama que erróneamente, todos pensamos ser
merecedores al auto-proclamarnos escritores sin haber escrito mucho o casi nada.
Así nos pasó a la mayoría (no a
todos, aclaro) cuando comenzamos, y está bien darse cuenta para reírnos un poco
y evitar caer en los mismos errores en un futuro.
Como dijo un amigo: "Quieres
ser escritor, eso implica buscar tu propia voz, tu propio estilo. Innovar y ver
que funciona para ti. No imites el estilo de otros porque con el tiempo se va perdiendo
tu esencia, y lo que amamos de los escritores consagrados es eso: la manera tan
única que tienen para describir el mundo a través de sus palabras."
Mi amigo me saco una lagrimita :')
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