Es viernes, uno
de mis días favoritos. El otro es el sábado, y por ultimo el martes. Por
extraño que parezca, no me gustan los miércoles. Son los días más difíciles
para mi reloj interno. Son eternos y cada
minuto parece durar horas.
Lo mejor de los viernes son las horas como estas, donde
puedo sentarme frente al ordenador por muchas horas seguidas a navegar por la
red. Visito muchas páginas de artistas de fanart, algunos muy buenos y que
logran impresionarme con su increíble talento.
Aprendo un
poquito de cada uno de ellos. En lo que todos coinciden es que el talento no es un don, es una habilidad correctamente desarrollada.
Algo así como escribir.
Tienen razón,
pero me llega una duda de inmediato: ¿Se
puede desarrollar una habilidad sin darse cuenta? Tal vez si, con base a la
repetición los conocimientos se van quedando grabados en el subconsciente. Pero
si no te das cuenta, esa habilidad no te ayuda mucho. Está ahí, pero no sabes
que tienes esa habilidad. Es como si
estuviera dormida.
Los viernes me
obligan a reflexionar, ojala los demás días me obligaran a realizar algo
diferente: que los lunes me hicieran crear
algo nuevo, los martes a soñar un mundo
nuevo, los miércoles que pasaran rápido, los jueves me ayudaran a mejorar en mi vida personal y los fines
de semana que sirvieran para descansar. Ver la tele o algunas películas que
llevo meses posponiendo.
Pido demasiado,
estoy consciente de eso. En especial porque estoy inmersa en una rutina muy difícil
de romper. Las rutinas asesinan sueños,
son dañinas para la salud y para las personas.
Continuare
navegando en internet, no hay mucho que hacer hoy.
Quizá preparar
un café mientras escucho en el fondo las voces de la tele, o quizá veré videos
de miedo para no dormir hoy. Ya las posibilidades saldrán poco a poco, al fin
de cuentas es viernes, y los viernes no
hay un plan escrito.
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